
Como si fuese poco, sus labios forjaban caminos entre el pecho y mis muslos, escribiendo sueños acaramelados, inundados por el placer de la lluvia brotando por los poros. Su alba agraciada fue el éxtasis de una noche inacabable; la fortaleza de los prohibido se deshacía en el cansancio, mas el secreto de su mirada alimentó el diálogo corporal, encadenando versos hasta el ocaso del tercer verso del invierno.
©2005, Amaro Silveira
Foto: Kute
No hay comentarios.:
Publicar un comentario