Encontré algunas cartas del pasado. Historias guardadas en un papel de letras blancas, un mundo donde nunca la he visto. Sus manos buscan acertijos bañados con la gracia de sus ojos perdidos entre el alba y las tinieblas; su cuerpo desconocido es una quimera, una sombra que guarda similitudes simétricasmente seductoras.
La música resbala por sus formas, aun en ausencia de los caminos que conduzcan a su silueta; una voz lejana me cuenta de sus cuentos, manteniendo la tensión de las palabras encajadas delicadamente en el génesis de la existencia que nos encadena.
El velo de la noche brilla en el tercer ojo, una guarida mística, una fantasía, un vuelo, un final inagotable, inconcluso, que no sabe aguardar su último suspiro.
Su mirada encalló en esa orilla soñadora.
La música resbala por sus formas, aun en ausencia de los caminos que conduzcan a su silueta; una voz lejana me cuenta de sus cuentos, manteniendo la tensión de las palabras encajadas delicadamente en el génesis de la existencia que nos encadena.
El velo de la noche brilla en el tercer ojo, una guarida mística, una fantasía, un vuelo, un final inagotable, inconcluso, que no sabe aguardar su último suspiro.
Su mirada encalló en esa orilla soñadora.
©2005, Amaro Silveira
Foto: Internet
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