lunes, diciembre 05, 2005

La Costa del Silencio

Yo soñé con tus ojos
Yo soñé con tus labios
Y tu silueta cubriendo los recuerdos
Una realidad perdida tal vez,
Tan cercana como la suavidad de tus manos.

Recuerdo que tus brazos se unían con la fría noche
Tu cuerpo era un bello complejo de movimientos estelares
Seductores de mi alma espectadora, admirada;
Mas, la conciencia se mantuvo postrada ante la silueta apoteósica
Y la maravillosa esencia que se presentaba indefensa
Era el claustro en el que mirada la constelación mágica de tu ser.
Otros vientos recorrieron los campos de tu Edén,
Los dibujaron con la tinta del alfarero
Rosando los contornos de la esfinge deslumbrante de tus poesías cegadoras
Y la conquista de tus caderas de enseuño, afrodisíacamente dulces,
Es el complejo distante de mi entereza.

Imagina, desde que mis ojos admiraron la capacidad de tu belleza indómita,
Una luz enrolo ejércitos en el umbral de mi espíritu;
Es esa poderosa vigia la que mantiene el calor del fuego concebido
Entre las tinieblas del silencio y la costa en la que tu esencia danza celestialmente
Y en el martirio de las lágrimas que admiran la perfección de tu conjunción lunar;
La tarde en quye contemple tu espezura acurrucada en la butaca,
Junto al árbol donde me postre,
Es el almíbarque deslizó mi cuerpo y mis pensamientos hasta la estancia de tu savia,
Pretendiendo poseer cada centímetro de la sustancia pitonisa de tu ser.

El verbo que baña la ribera del fervor pasional
Es la perfecta armonía que guardo en el secreto,
Ese que imploro recorrer y acariciar,
Dibujar con letras y alabarlo con versos de manzanilla.
Amar será la forma más versátil de rendir tributo a todo cuanto eres,
Como pocas maravillas son dignas de tal protagonismo;
Eres el alma de este cuento ifinito
Que acaba en la fantasía infinita de tu piel
En el sueño de tu carne improvista de pieles artificiales
Y desnuda ante la fragua que, con tus labios y las olas de tu cantar,
Emergen sin cesar desde cada rincón de tu presencia.

Antes de esta plegaria y adoración,
Nada era mío
Mis labios no callarán la alabanza a la perfección de tu ser
Inacabable y lejana de mi pobreza, por cierto...
Aun no se escribirá el punto final de esta escultura a tu encantadora magnificencia...


©2005, Amaro Silveira
Fotos: Kute

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