jueves, agosto 18, 2005

EL ANHELO [Esfera]

Prisma guardado en terracón
Luz de ocaso olvidado y fuego acallado en el suelo
El agua opacada por los hielos que caen desde lo alto de un pensamiento
Los latidos parecen detenerse cuando se consume el tabaco asfixiante
El mundo da vueltas como un trompo en su eje buscando el perdón
El cielo cae entre rombos y estrellas silenciosas
La boca del estómago se retuerce y cae frente al altar
El último perdón de los sarcasmos y las miradas al olvido.

Sí, los ojos parecen estar blancos
Parecen leche que emana de la fuente de la juventud;
Sin embargo, huesos que se vuelven polvo
Barren con la pasiva rutina que emerge de lo inesperado
Carnes que se debilitan y el tiempo parece un justiciero maligno
Con cuatro corceles que recorren cada centimetro del corazón
Apaleándolo y desbocándolo de su sitio
Como si fuera una maleza maltrecha y horrenda
Desconzolado recuerdo, vertigo presente, llantos de media noche
Acantilados de sal, miel agria, trigo seco y quemado
Los pantalones gastados revuelven su andar entre los surcos de la ciudad
Un silbido que crece cuando los pasos siguen su curso hacia la fuente
Y allí, la perdición de un sueño disecado
¿No me crees?
Pues sí, y de aquellos que la mente revuelve después que el alcohol presenta sus armas
Filosas, criminales, letales, una tumba y un ligero toque de la guitarra atorada en su son.

¿Dónde caminas sin que nadie te siga?
Parece ser un cuento sin final, una historia sin hilo ni puntada
Palabras que no tienen punto final
Oraciones que viajan y se pierden en la atmósfera
Se esfuman y vuelven a caer en la gravedad de las rosas
Con sus espinas colgadas por el cuello
Rodeadas de sangre, como ríos en bemol y heridas en extremaunción
Yo no pretendía que tus días terminarán así
Colgada del teléfono y rodeada por inmortalizados recuerdos
Como una película que llega a su final, triste y sádico.

Me callé antes de envolverte entre mi mente y mi corazón
Y ya ves, me tuve que tragar el mensaje que pretendía darte
No pensé jamás que el final tuviera un desenlace
Porque pensé que no lo conocería antes que tú.
Ya lo sé, tu estás aquí y yo allá, más lejos de lo cercano de nuestras almas
El aliento que nos unía en el tiempo, el humo que nos comunicaba
Todo se transforma en un sequito de maldiciones
Conjuros y pasos que se congelan
¿Por qué? ¿Acaso no pinte el arco iris que pediste?

Hojas y hojas comienzan a caer
Trajiste el otoño a la realidad
Prendaste el invierno y lo hiciste una inmundicia
Lograste sobrepasar la voluntad divina
Maestro de tiernas enseñanzas, canciferado por el estímulo pegado en una muralla
Tal cual pensaste que podrías escribirlo.

Yo no te pedí que eligieras el camino adecuado
Pues, de todos modos, no somos más que dos pequeños elementos del silencio
Ese mismo que nos une ahora y que nos llevará, tomados de la mano, durante el resto del sendero
Tú, como una serpiente a la caza de una anhelo; yo, como el viento que pretende amasar el pan del mundo
No soy controversial, y lo sabes, porque de ti aprendí que los versos son una flor
Algo así como la manzanilla que bebe después de llenar la energía ausente del medio día
Te lo decía tu abuelo siempre, el de las mil historias
¿Te acuerdas?
Siempre emulaste en voz alta tus deseos de corregir ciertos relatos
Y como buen comediante, estuviste fisgoneando por sus pertenencias para alcanzar el olimpo
Pero no me di cuenta de la ansiosa verdad que recorría tus recobecos
Los deje escapar y se convirtieron en sal petrificada alrededor de tu vida
Tan estúpido, sin caminar y sin respirar los secretos de tu descabellada alma.

Por eso es que las lágrimas virtieron su epitafio en esta roca
Las llenaron de una vida que no lo es
Una mentira, por decir lo menos
Un escándalo que ruboriza las memorias de un caballero sentado en la parada de buses
Ya no vale seguir preguntándole al viento por tu presencia
Porque el oxígeno se encargo de esconderte en el recuerdo último de la esperanza
Esa que me da la valentía para seguir tus pasos y continuar la construcción que dejaste a medio terminar
Porque cobarde eras, pero lo dudo con una risa sigilosa y avergonzada de su ignorancia
Y ahora, no me resta más que preguntarte
¿Por qué me dejaste ir?...


Foto: Internet

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