Si en Santiago está patente el problema de larecolección de basura en la comuna que encabeza el otrora animador de la televisión chilena, Raúl Alcaíno, en Antofagasta podemos percatarnos de la sobre población de vendedores ambulantes que se instalan en las calles del sector centro de la capital regional.
Estoy muy de acuerdo con la iniciativa de los “carritos” y la definición de espacios para que puedan montar sus supermercados ambulantes, en los que podemos ver desde juguetes hasta perfumes piratas; me parece que nuestros líderes comunales tomaron una buena decisión. Sin embargo, no todo lo que brilla es oro y la inutilidad de un sistema comienza a mostrar sus deficiencias, porque, como buenos chilenos, todo es a medias.
No con esto quiero decir que hay que erradicar a esta cultura ambulante, porque ellos tienen tanto derecho a trabajar como aquel profesional que se desempeña en una oficina o en terreno. Pero, ¿hasta cuando los políticos van a continuar tapando el sol con un dedo?
Si te pilla un Carabinero caminando por la acera – la calle o el lugar dispuesto para el desplazamiento de los vehículos motorizados - te retan o te cursan una infracción, que, por lo demás, te garantiza la perdida de dinero y tiempo en algún juzgado donde hay que acudir en la fecha menos apropiada y a la hora de mayor carga laboral.
Entonces, si no puedo caminar tranquilo por la vereda, porque están estos simpáticos carritos decorando mi hermosa ciudad, ¿Cómo el señor alcalde no pone atajo a esto? Porque no cabe duda que, y no creo ser el único, es bastante incómodo andar esquivando a los vendedores ambulantes y sus supermercados con ruedas y caparazón azul; porque encima de todo, hay que lidiar con los “lentejas” que caminan como tortuga y a las viejas que se ponen a comadrear justo frente a uno de estos simpáticos “minimarket”.
Y eso no es todo. Sumele también los perritos callejeros que más que ebocar ternura, te paralizan con su mirada, como queriendo decir “¡TE VOY A COMER!”. A propósito de estos personajes de la cultura antofagastina, he notado en este último mes a varios canes tirados en la calle Matta; un día pense que los cinco de estos “amigos del hombre” estaban durmiendo, pero ¡NO!, ni respiración ni movimiento de orejas ni nada.
Este panorama (no el de los perros) se repite en casi todas las ciudades del gran y amplio centro de Antofagasta, principalmente en las intersecciones de Baquedano Y Maipú con Ossa, Matta y Condell, calles donde la afluencia de gente es bastante – mucha diría yo – y cada vez se hace más frecuente ver a la gente caminando por la acera o, simplemente, avanzar a empujones.
Supongo que transformar la calle Matta en un paseo peatonal, al igual que Prat, el sentido principal era evitar la congestión de personas y favorecer el desplazamiento de las mismas hacia distintos puntos del centro de la ciudad. Pero, al parecer, estoy más que equivocado.
Ahora bien, por qué no ponen a todos los vendedores ambulantes en esa arteria de la ciudad. Hay bastante espacio y el tránsito de personas se haría mucho más fluído y escueto (¡MISH! Una solución). De ese modo, Baquedano, Maipú y Condell quedarían despejadas, para facilitar el andar de la gente y el movimiento de vehículos, porque no me vana decir que el sector de Maipú entre Ossa y Matta no es una verdadera caja de pandora, algo similar a un circuito en el que hay que luchar por la vida, porque pudrentes no son mis queridos amigos del transporte público.
¿En que quedamos, entonces? Me libraré de esta duda alguna vez. Me imagino que mis queridos líderes comunales deben estar discutiendo otros temas “más importantes” para el desarrollo sustentable de mi querida Antofagasta. Si por un momento se dieran el trabajo de dar una vuelta por el centro a la 1 de la tarde, así como lo hacían cuando se estaban candidateando para ser alcalde o consejales, ahí se darían cuenta de lo que les cuento.
Pero hasta entonces, es decir, hasta la próxima elección municipal, este “problemilla” – que espero no se transforme en TURBO PROBLEMOTA – no afecte más al desencanto que tiene la ciudad. Me refiero a aquel que permite que todos los turistas vean a Antofagasta como “una ciudad de paso” y no un centro donde poder basilar y disfrutar de sus exquisitas variedades culturales, arquitectónicas y de entretención.
¡AH! Y, por favor, no tiren basura en la calle, demuestra la poca cultura que tienen. Y hablo de las colillas de cigarro principalmente y los papeles de helado, de pastillas, vasos de bebida, cambuchos de papas fritas, perros, palos de paleta, cajetillas de “canceríjenos”, etcétera, etcétera y un millón más de etcéteras.
Estoy muy de acuerdo con la iniciativa de los “carritos” y la definición de espacios para que puedan montar sus supermercados ambulantes, en los que podemos ver desde juguetes hasta perfumes piratas; me parece que nuestros líderes comunales tomaron una buena decisión. Sin embargo, no todo lo que brilla es oro y la inutilidad de un sistema comienza a mostrar sus deficiencias, porque, como buenos chilenos, todo es a medias.
No con esto quiero decir que hay que erradicar a esta cultura ambulante, porque ellos tienen tanto derecho a trabajar como aquel profesional que se desempeña en una oficina o en terreno. Pero, ¿hasta cuando los políticos van a continuar tapando el sol con un dedo?
Si te pilla un Carabinero caminando por la acera – la calle o el lugar dispuesto para el desplazamiento de los vehículos motorizados - te retan o te cursan una infracción, que, por lo demás, te garantiza la perdida de dinero y tiempo en algún juzgado donde hay que acudir en la fecha menos apropiada y a la hora de mayor carga laboral.
Entonces, si no puedo caminar tranquilo por la vereda, porque están estos simpáticos carritos decorando mi hermosa ciudad, ¿Cómo el señor alcalde no pone atajo a esto? Porque no cabe duda que, y no creo ser el único, es bastante incómodo andar esquivando a los vendedores ambulantes y sus supermercados con ruedas y caparazón azul; porque encima de todo, hay que lidiar con los “lentejas” que caminan como tortuga y a las viejas que se ponen a comadrear justo frente a uno de estos simpáticos “minimarket”.
Y eso no es todo. Sumele también los perritos callejeros que más que ebocar ternura, te paralizan con su mirada, como queriendo decir “¡TE VOY A COMER!”. A propósito de estos personajes de la cultura antofagastina, he notado en este último mes a varios canes tirados en la calle Matta; un día pense que los cinco de estos “amigos del hombre” estaban durmiendo, pero ¡NO!, ni respiración ni movimiento de orejas ni nada.
Este panorama (no el de los perros) se repite en casi todas las ciudades del gran y amplio centro de Antofagasta, principalmente en las intersecciones de Baquedano Y Maipú con Ossa, Matta y Condell, calles donde la afluencia de gente es bastante – mucha diría yo – y cada vez se hace más frecuente ver a la gente caminando por la acera o, simplemente, avanzar a empujones.
Supongo que transformar la calle Matta en un paseo peatonal, al igual que Prat, el sentido principal era evitar la congestión de personas y favorecer el desplazamiento de las mismas hacia distintos puntos del centro de la ciudad. Pero, al parecer, estoy más que equivocado.
Ahora bien, por qué no ponen a todos los vendedores ambulantes en esa arteria de la ciudad. Hay bastante espacio y el tránsito de personas se haría mucho más fluído y escueto (¡MISH! Una solución). De ese modo, Baquedano, Maipú y Condell quedarían despejadas, para facilitar el andar de la gente y el movimiento de vehículos, porque no me vana decir que el sector de Maipú entre Ossa y Matta no es una verdadera caja de pandora, algo similar a un circuito en el que hay que luchar por la vida, porque pudrentes no son mis queridos amigos del transporte público.
¿En que quedamos, entonces? Me libraré de esta duda alguna vez. Me imagino que mis queridos líderes comunales deben estar discutiendo otros temas “más importantes” para el desarrollo sustentable de mi querida Antofagasta. Si por un momento se dieran el trabajo de dar una vuelta por el centro a la 1 de la tarde, así como lo hacían cuando se estaban candidateando para ser alcalde o consejales, ahí se darían cuenta de lo que les cuento.
Pero hasta entonces, es decir, hasta la próxima elección municipal, este “problemilla” – que espero no se transforme en TURBO PROBLEMOTA – no afecte más al desencanto que tiene la ciudad. Me refiero a aquel que permite que todos los turistas vean a Antofagasta como “una ciudad de paso” y no un centro donde poder basilar y disfrutar de sus exquisitas variedades culturales, arquitectónicas y de entretención.
¡AH! Y, por favor, no tiren basura en la calle, demuestra la poca cultura que tienen. Y hablo de las colillas de cigarro principalmente y los papeles de helado, de pastillas, vasos de bebida, cambuchos de papas fritas, perros, palos de paleta, cajetillas de “canceríjenos”, etcétera, etcétera y un millón más de etcéteras.
Foto: Internet
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