Yo no soy colocolino, pero como muchos compatriotas, vibre con la transmisión, hecha por Televisión Nacional de Chile, del partido que coronó al equipo popular Campeón de América, una proeza conseguida unicamente por los albos en toda la historia del fútbol de nuestro país.
Todavía recuerdo el primer gol, ese control de Luis Pérez digno de enmarcar y alabar hasta el infinito; parecía un jugador de exportación que se dio el lujo de conseguir el segundo y tranquilizador tanto que dejaba a Colo Colo en la cima de la gloria. Y, no contentos con lo logrado, Leonel Herrera se dio el gusto de hacer la tercera “pepa” a un, en ese momento, poderoso equipo de Olimpia de Paraguay, apodado el “Rey de Copas” (al igual que Independiente de Avellaneda y bla.bla.bla...).
Pero, dejándose de recuerdos, el ídolo incabsable de aquel entonces, más que Barticciotto, Pérez, Morón, Garrido, Pizarro y compañía, era aquel pelucón que corría por la banda derecha, ese insigne luchador que tuvo que abandonar el juego después de luxarse el hombro. Sí, hablo de Gabriel “Coca” Mendoza.
Es la copia fiel de un indio, de hecho se parece al que est´pa en el escudo del club popular y no lo esconde, lo lleva con gran honor. Ese mismo que llegó a la final de La Granja Vip y que lucho hasta el final, que se la jugó, dio batalla a un público hostil y a la desventaja de no contar con la popularidad.
Como buenos chilenos, no reconocemos el esfuerzo de nuestros compatriotas; muy por el contrario, el público se encargó de hacerle saber al “Coca” que no contaba con su apoyo y que tendría que valérselas por las de él, dejándolo como “chaleco de mono” y, pa’ más recachas, como villano de la película. Una triste realidad, como ha pasado con tantos insignes representates de nuestra tierra, a quienes se bota al olvido, se los abuchea y se los desmerece, pero cuando muere... ¡UY! Hagámosle un homenaje y creemos una fundación con su nombre.
Basta ya de tanta hipocresía. No quiero, por ningún motivo, desmerecer la calidad de persona y el esfuerzo entregado por Javier Estrada, que bien ganado se tiene todo lo que ha conseguido en nuestro país, porque el tipo tiene carisma y se preocupa del bienestar de quienes le rodean. Eso, no está en discusión.
No fui un fiel seguidor del reality de Canal 13, pero si tuve que ver la final, porque quería ver triunfar al “Coca” y perdió en buena lid. Pero que triste es saber que tus propios congéneres, tus compatriotas, no muestran el más mínimo respeto por la persona que representa a tu tierra.
Todavía recuerdo el primer gol, ese control de Luis Pérez digno de enmarcar y alabar hasta el infinito; parecía un jugador de exportación que se dio el lujo de conseguir el segundo y tranquilizador tanto que dejaba a Colo Colo en la cima de la gloria. Y, no contentos con lo logrado, Leonel Herrera se dio el gusto de hacer la tercera “pepa” a un, en ese momento, poderoso equipo de Olimpia de Paraguay, apodado el “Rey de Copas” (al igual que Independiente de Avellaneda y bla.bla.bla...).
Pero, dejándose de recuerdos, el ídolo incabsable de aquel entonces, más que Barticciotto, Pérez, Morón, Garrido, Pizarro y compañía, era aquel pelucón que corría por la banda derecha, ese insigne luchador que tuvo que abandonar el juego después de luxarse el hombro. Sí, hablo de Gabriel “Coca” Mendoza.
Es la copia fiel de un indio, de hecho se parece al que est´pa en el escudo del club popular y no lo esconde, lo lleva con gran honor. Ese mismo que llegó a la final de La Granja Vip y que lucho hasta el final, que se la jugó, dio batalla a un público hostil y a la desventaja de no contar con la popularidad.
Como buenos chilenos, no reconocemos el esfuerzo de nuestros compatriotas; muy por el contrario, el público se encargó de hacerle saber al “Coca” que no contaba con su apoyo y que tendría que valérselas por las de él, dejándolo como “chaleco de mono” y, pa’ más recachas, como villano de la película. Una triste realidad, como ha pasado con tantos insignes representates de nuestra tierra, a quienes se bota al olvido, se los abuchea y se los desmerece, pero cuando muere... ¡UY! Hagámosle un homenaje y creemos una fundación con su nombre.
Basta ya de tanta hipocresía. No quiero, por ningún motivo, desmerecer la calidad de persona y el esfuerzo entregado por Javier Estrada, que bien ganado se tiene todo lo que ha conseguido en nuestro país, porque el tipo tiene carisma y se preocupa del bienestar de quienes le rodean. Eso, no está en discusión.
No fui un fiel seguidor del reality de Canal 13, pero si tuve que ver la final, porque quería ver triunfar al “Coca” y perdió en buena lid. Pero que triste es saber que tus propios congéneres, tus compatriotas, no muestran el más mínimo respeto por la persona que representa a tu tierra.
Está bien, no es del agrado de todos, pero con unos cuantos aplausos se pudo evitar el bochornoso momento y, de paso, presentarnos como una nación que cuida a sus ídolos... o personas destacadas en algún lapso de la historia.
Pero, como buen guerrero Mapuche – Mapu: Tierra; Che: Hombre – tuvo que recurrir a su enteresa interna para ganarse a ese público, inculto y de medio pelo, que se sumó en el Teatro Caupolicán. Las palabras sinceras, con esa fuerza y compromiso con sus ideales, mateniendo firme su espíritu y su semblante, el “Coca” logró mitigar el frío que, para él, demostraban los presentes.
Sin embargo, lo que quedan son esas pifias y el desconcierto en la cara del “Coca”. O sea, cortemosla de tanta tontera. ¿Cómo es posible que sigamos siendo unos trogloditas insensatos e insensibles? ¿Por qué siempre hay que alabar al extranjero y no al foraneo? Esta bien que en Chile queramos “al amigo cuando es forastero”, pero no hay que cumplir todo al pie de la letra; es decir, primero lo nuestro, luego la visita. Tratemos de mejorar la raza, no empeorarla y mostrar lo obsoleto que somos.
Pero, como buen guerrero Mapuche – Mapu: Tierra; Che: Hombre – tuvo que recurrir a su enteresa interna para ganarse a ese público, inculto y de medio pelo, que se sumó en el Teatro Caupolicán. Las palabras sinceras, con esa fuerza y compromiso con sus ideales, mateniendo firme su espíritu y su semblante, el “Coca” logró mitigar el frío que, para él, demostraban los presentes.
Sin embargo, lo que quedan son esas pifias y el desconcierto en la cara del “Coca”. O sea, cortemosla de tanta tontera. ¿Cómo es posible que sigamos siendo unos trogloditas insensatos e insensibles? ¿Por qué siempre hay que alabar al extranjero y no al foraneo? Esta bien que en Chile queramos “al amigo cuando es forastero”, pero no hay que cumplir todo al pie de la letra; es decir, primero lo nuestro, luego la visita. Tratemos de mejorar la raza, no empeorarla y mostrar lo obsoleto que somos.
Y por último... ¡GRANDE COCA!
Foto: Canal13.cl
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