lunes, septiembre 26, 2005

En Tus Labios [Esfera]

Una playa acostada en un espacio tranquilo
Adornado con llanuras espigadas y desafiantes
Cortada por surcos al oriente
Entre telas y algodones de difuso sonar
Levantada por olas intranquilas
Humedecidas por la brisa que rebolotea misteriosamente.

Sobre y bajo ellos, la suave brisna de la primavera
Se entrelaza con la benevolencia y el fulgor de la pasión
Que emana desesperada por entre sus delicados pétalos
En directa armonía con la fuente de oxígeno
Magistral que nace del silencio.

Aquella sensación de perdición en las tinieblas
Perfectamente concebidas y pulidas con ciertas sedas
Que caen frente a los soles de esa mañana intensa, por cierto,
Y de un vigor casi inexplicable
Tan solo perpetuada por un trozo de tinta
Y unos cuantos cinceles que esculpen todo el paisaje en rededor
Un campo de rosas y una tasa de té
Dos cómplices de ellos, símbolos de pureza y majestuosa perfección
Como dos magníficos óleos sacros.

La corriente marina que envuelve la vida
Divinificada con la dulzura de un dragón rosado
Un experimentado alfarero y cultor de artes míticas del amor
Permitiendo que los sueños se transformen en perlas de difícil adquisición
Un viaje intenso, desconocido y, ciertamente, inacabable
Por altas montañas de fuegos
Y picos de almíbar y chocolate.

Sus manos congregan a una gran multitud
En mancomunión con un deseo abrigado
Por el veneno rejuvenecedor de sus aguas
Manatiales por excelencia y fuentes de sanidad inmaculada;
Toda su naturaleza converge en ese lugar divino
Posado a los pies del altar, donde la madre ruge sus vientos
Huracanes que emanan desde el centro de su existencia
La que le permite sonreir con gracia y ternura
Un estigma inborrable en la carne débil y dubitante.

Esa esfinge que brilla en su oro negro
Resaltando como un río de sangre
Con la carne sutílmente esculpida
Levantada sigilosamente entre las curvaturas de su oda
Escondiendo las olas de la pasión
El tercer lucero que adorna el espacio
Mandíbulas perfectamente formadas como la luna
Donde se congregan otros cientos de estrellas ordenados celestialmente.

El lugar de ensueño
Una fantasía inacabable
Insaciablemente deliciosa
Un manjar postrado en su eterna nomesclatura
Que dibuja formas y poemas
Que escribe historias
Y te cuenta los secretos del amor.

Esos labios que esconden el silencio por las noches
Que construyen surcos en cada espacio de la piel
Se duermen y despiertan
Brillan y ocultan el sol en sus tierna silueta
Callan y estremecen al viento
Buscan campos alimentados con savia y vid
Son caramelos en una fábula
Son el recuerdo del olvido
Son la tinta que mancha la faz de la lascivia inmadura
Una cátedra a la bienaventurada femeneidad de su ser
Una cántico apológico y consonante
El tiempo envuelto y transgresor
Un baúl donde permanecerá intacto
Una luz en las tinieblas
Y, sí, el epitafio perpetuo y afable concebido por las manos sagradas.

©2005 Amaro Silveira / Esfera
Fotos: Archivo, Internet

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