El claustro se abrió, lenta y sigilosamente, desnudando las tinieblas de la noche. El sillón desafiaba al secreto, acomodado frente al cristal frío, explorando una ventana solitaria; una silueta lejana, abrigada por tentaciones mundanas, una escena de delicados contornos y alma enceguecedora.La vista se posó en el verbo; el olimpo se descubría, con montes vírgenes, labios forjados con pétalos de manzanilla y ojos teñidos con miel.
Frente al escaparate, cada detalle de su naturaleza inmortalizada en la sombra, crespúsculo silencioso, la esencia robada de la realidad.
© 2005 Amaro Silveira
Foto: Jorge World

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