miércoles, septiembre 07, 2005

Vereda [Esfera]

He la ahí, posada frente a los ojos tímidos
En un pasillo donde la luz se mezcla con su silueta
Su rostro cuenta los minutos amargos de un episodio incrustado en su carne
Tersa y envejecida a la vez, por las lágrimas cuajadas en su corazón
Maldiciendo, sin saberlo, a la semilla fecundada de su ser.

Sus ojos agrietados por el insomnio,
Complementados con la agria presencia de una matriz desquiciada,
Permiten aunar sollozos en una represa inundada
Por la insertidumbre de su insípido devenir.

Sin embargo, una sonrisa rompe los vasos cristalizados con vinagre
Sin saberlo y sin conocer futuro común
Pues, la rutina de sus pasos jamás se han topado con su infancia intranquila;
Hasta ahora, un fantasma acostado en medio de un desierto poblado por inhóspitos labradores de la tierra
Aquellos que marcan surcos en todas las planicies
Y levantan montañas en las llanuras del verbo.


Una historia dividida por los tormentos del alta mar
Condujo al empobrecimiento de mi alma
A desnudarla en la fragilidad de la conciencia
Sostenido en la inocencia que su mirada inmortalizó en mi espacio
Una mortificación inesperada
Reflejada y condensada en una lluvia de pensamientos volátiles, descontrolados e inútiles
Para cualquier pretensión de ayuda y calidez corporal.

Cuando sonaron las campanas de aquella cúpula gris,
Pensé en decir alguna barbaridad que acogiera la pobreza de su melancólica humanidad;
Mas, de palabras no se alimenta ni sobrevive un alma en el desierto
Aunque, quizás y muy a mi pesar,
Ellas pudieron limpiar la pena acaecida en cada uno de sus rincones.

Algo parecido a un ángel acalló el espacio
Lo dejo mudo y sin vida, inmoratlizado en un cuadro nublado
Pendiente de la presencia del arco iris que esa figura pudo plasmar en sus ojos
Cayéndose a pedazos por el infortunio de la misma vida;
Desapareció como el canto ahogado en el ocaso del día
Como polvo volando por la corteza del mar embravecido.

No supe que pudo ser de sus pasos ni donde encaminó el destino de su desnudez
Porque en la calle no podemos descubrir más que le semblante de una cruda tristeza
Enmarcada en un segundo o una visión paralelamente distante;
Cuenta regresiva, su presencia se hizo material en el alba
Antes de emprender el vuelo hacia el este
Y supe, por fin, que en los sueños de un niño está la bonanza de la tierra
Circunscrita entre montes algo desvalijados por el paso del tiempo
Porque en ellos está la respuesta indiscreta y burlona
Capaz de enderezar hasta el más fiero árbol anclado en el camino.

Pensé, entonces, en encumbrar una sinfonía de fantasías al fantasma perdido en el espacio
Y adornarlo con pétalos de agua y cenizas de inocente perdición
De modo que blanco y negro sean conjunción y hablen dialectos mitificantes
Para así, trascender el portal de sus ojos y la misericordia de sus manos
Aquellos dos que se guardan en un libro escarchado por la resonancia del corazón emergiendo desde el último rincón de sus labios benditos...

[© Agosto 30, 2005]
Fotos: Kute

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