lunes, septiembre 05, 2005

Serenata al Verbo [Un Minuto de Silencio]

Cuan difícil comprender el misterio de la muerte
Que oculta de la realidad a la vida y florecen campos de lágrimas
Cubriendo el mentado ambiente, dificultosamente visible
Tapado por las nubes de la razón, por el semblante vertiginoso de la locura
De la desesperación que se apodera del corazón
Y siendo víctima de los minutos posteriores, se adentra la culpa de las palabras que no se escribieron en la boca.

No quiero que las tinieblas nublen el horizonte
Que dejen en cada movimiento, el rastro amargo de una utopía
Aquello que se construyó y se esfumo sin aviso
En el miedo, la sangre perpetua el estigma de culpabilidad
Una espina encallada en el abismo que convoca el futuro
La perdición sin rumbo, amalgama de ensueño desesperada
Una sonrisa, una caricia de la última expresión del suelo
Dios tocó la claridad para transformarla en el presente de mi vida.

Más allá de un canto
Hay un grito desesperado del alma claudicada
Verso y ministerio adormecido, visiblemente estrangulado en el podio de un umbral taciturno
Este silencio que emerge desde la profundidad de la gravedad
Que interfiere el hábito consuelo perverso
Un extraño pedazo de la tierra que se escapa de mi ojos
Confraternizando su estupor y su generosidad con el poder del aire que penetra los poros
Integridad resumida y caucásica, versículo impuesto por el destino inicuo
Más allá de un gesto tranquilo, se consume el rastro de las cenizas acaecidas en el sendero claroscuro.

Este es el epitafio que viene a recordar que soy pequeña luz en el mundo
El desenlace en que gastamos la vida, pierde todo espasmo de razón Sacrificio y recompensa abnegados, silenciosos, vestigio de amor
Soliloquio de un tesoro que no reconocemos sino en el filo del abismo Todo marcha en un inconsecuente, inconexo y enredado plano virtual de circunstancias
Talladas en una hoja virgen, de aroma a pérfida dulzura y angustiado dolor.

Más bella que nunca, más delicada que la flor que llega a adornar el cetro de descanso eterno
No quiero llegar hasta el último minuto para contar cuantas espinas se clavan en el pecho
Tampoco quiero penetrar el diván donde descansa el espectro tenebroso que ronda la vida
Y que las manos se alcen al vuelo para apuntar el pecado de un nativo cien veces sin conciencia
Ahí estaré oculto, en un rincón, donde siempre he pretendido estar
Allí esperaré para que te levantes y me abraces
Para que tus manos se deslicen por mi piel, me acaricies y me lleves contigo
Y seguiré siendo un pequeño retoño orgulloso y egocéntrico.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Este es el elogio que se traba en mis pensamientos, en mi boca
Que nace de la cálida noche de primavera, que emerge desde las profundidades de este mundo ennegrecido por la nebulosa que he construido
Aquí estoy, volviéndome una artimaña y un recuerdo
Sentado a la derecha de la pasión, el vértigo y la devoción hacía cuan magnifica escultura heredé de Dios
Puesto que no hay más que dulce en tus párpados, en el soliloquio de tu presencia y tu aura
Celestial oración, verbo de la vida, esculpiendo la vida a fuerza de sangre y testimonio
No sabes el estupor que se atasca en mi pecho al verte cada mañana revitalizada por los colores santos
Por la gracia que de tus pasos emigran para ser absorbidos por el aire en mis pulmones.

Estas cenizas son el fruto y son el andar de un quijote y una promesa cerrada
Que se esgrime amor, que se traduce en lenguas de fuego
Cosa mía, perfecta conjunción, sagrado cuarto menguante
Ahora es nunca y mañana será la voz que quiere llorar tu presencia de miel
No quiero que el sol se extinga tras de ti
Y no quiero contar las lágrimas de una tarde para saber cuanto te amo
Porque este es el sollozo de un alma y un espectro devoto, versátil, traducción de tu ser
Escondido en el silencio te regalo una flor de letras incansables...




[
© Mayo 22, 2003]
Fotos: B&W Dreams, Internet

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