Desde la esquina apareció presurosa, sin percatarse de mi fantasmal presencia. El viento rellenó los espacios vacíos surcados con una espada celeste acurrucada en la raíz. Sus entrañas gimoteaban entre el albor y el fuego de una pasión eterna, una delicada textura que adornará su jardín. Respiración, al fin, y una lágrima por la demencia de saberla emancipada del dolor. La concepción de la sangre transformada en carne y oxígeno, extendida en el soliloquio de su vientre; un beso distante al otro lado del manantial antes de perderse en la multitud.
©2005, Amaro Silveira
Foto: Lud Milla Borges
©2005, Amaro Silveira
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