Una nube gris comenzó a descender desde la quebrada este hasta el llano envuelto por blandas esponjas de oxígeno. Las tinieblas intensificaron la agonía con un soplo lento y doloroso. Un epitafio postumo rodeado de lágrimas, las cenizas desparramadas en la tinta de un cuadro de cataratas terrenales, extingiendo el último verso de esa silueta perdida, desquiciada y desamparada en el placer de un vicio asfixiantemente babilónico.
©2005, Amaro Silveira
Foto: Kute
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