La ventana permitía que una suave brisa golpeara los cuerpos. Las manos recorrieron los montes frágiles de leche y el sudor bañó las costas de la pasión desenfrenada. La mirada perdida en el ocaso de su ser, donde el trigo explota y se hace pan. Un as de luz se colaba por las sábanas, testigo de la conjunción de nuestras lunas, la perdición, el altar mágico envuelto en una serena burbuja de miel y rosas ardiendo en el fulgor del Edén.
©2005, Amaro Silveira
Foto: Kute
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